Revista Latinoamericana de Difusión Científica  
Volumen 3  Número 4  
ISSN 2711-0494  
Revista Latinoamericana de Difusión Científica  
Volumen 3 - Número 4  
Enero  Junio 2021  
Bogotá  Colombia  
Revista Latinoamericana de Difusión Científica  
Volumen 3 Número 4 - ISSN 2711-0494  
Reyber Parra Contreras // Presentación. Bicentenario de la declaración de Independencia3-8  
Presentación  
Bicentenario de la declaración de Independencia de la Muy Noble y  
Leal Maracaibo  
Reyber Parra Contreras *  
En la historia de Venezuela encontramos hechos relevantes que suelen ser  
desapercibidos por los venezolanos, posiblemente porque aluden a una época  
escasamente valorada en la historiografía tradicional y en el sistema escolar nacional. Por  
ejemplo, en el marco de la política reformista de Carlos III, el 8 de septiembre de 1777 se  
constituye la Capitanía General de las Provincias de Venezuela; y el 06 de julio de 1786 se  
erige la Real Audiencia de Caracas. De acuerdo con Parra Pérez (2011), el surgimiento de  
estas instancias administrativas devino en la constitución política y judicial de la Nación  
venezolana. A decir de Mario Briceño Iragorri estos acontecimientos debieran “ser capítulo  
primordial de las historias populares”, por su importancia en la aparición del gentilicio  
venezolano (Briceño Iragorri, 1982: 49).  
Sin embargo, estos hechos son “impopulares” y en general desconocidos entre los  
venezolanos, por diversas razones, algunas de ellas vinculadas a la historiografía: a) el  
desinterés de la historiografía oficial por abordar la raíz hispana del proceso histórico  
nacional (un tema que solo se toca para descalificar dicha raíz); las dificultades que  
enfrentan las historiografías tradicional y científica al procurar una explicación satisfactoria  
acerca de otros temas conexos, como los acontecimientos en torno al 19 de abril de 1810,  
el 05 de julio de 1811 y el proceso independentista en general.  
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En la historiografía tradicional poco se ha dicho acerca del pronunciamiento del  
cabildo de Maracaibo, de fecha 28 de enero de 1821, en el cual se declara al “pueblo de  
Maracaibo, libre e independiente del gobierno español (…) y, en virtud de su soberana  
libertad, se constituye en República Democrática y se une por los vínculos del pacto social  
a todos los pueblos vecinos y continentales que bajo la denominación de República de  
Colombia defienden su libertad e independencia bajo las leyes imprescriptibles de la  
naturaleza.  
Esta omisión guarda relación con la atención exclusiva que la historiografía  
tradicional presta a los acontecimientos relacionados con el 19 de abril de 1810 y su  
desenlace en la declaración de independencia de la Confederación Americana de  
Venezuela, el 05 de julio de 1811. Obviamente, tal valoración focaliza los hechos  
protagonizados por el centro (Caracas) y desestima la participación de la periferia  
(
Maracaibo). No obstante, la historiografía regional (zuliana) en su interés por comprender  
la inserción de Maracaibo en la transición del régimen colonial al régimen republicano, ha  
aportado luces que permiten conocer algunos rasgos esenciales de dicha transición, sin  
desestimar la intervención de Caracas y del conjunto de provincias (Vázquez, 1991;  
Cardozo, 1998; Parra y Cabezas, 2002; Maldonado, 2005; Lombardi, 2006; Molero et al.,  
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010).  
De esta manera, la crisis desatada en España a raíz de la ocupación napoleónica y  
las abdicaciones de Bayona, condujo a las provincias de la Capitanía General de Venezuela  
a una disyuntiva: continuar su adhesión al gobierno monárquico, o asumir por cuenta propia  
la soberanía e independizarse. Esta última opción fue la adoptada por la provincia de  
Caracas el 19 de abril de 1810 (declarando fidelidad a Fernando VII, pero desconociendo la  
Regencia y al Capitán General Vicente Emparan), y en función de ello convocó al resto de  
provincias para que bajo su conducción se sumaran a esta causa de ejercicio de la  
soberanía interina”. La respuesta recibida fue diversa: algunas provincias, Margarita,  
Cumaná y Barinas, aceptaron sin demora; otras, Maracaibo y Guayana, rechazaron la  
propuesta, al igual que la ciudad de Coro; y un grupo de ciudades, Barcelona, Mérida y  
Trujillo, respaldaron la iniciativa de Caracas a cambio del reconocimiento de su autonomía  
y elevación a la condición de provincias.  
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En efecto, cada región respondió procurando la defensa de su autonomía, de sus  
intereses políticos y económicos (Maldonado, 2005). Recién el amplio territorio de la  
Capitanía General había sido unificado administrativamente en torno a Caracas, pero por  
largo tiempo cada provincia o región tuvo su propia dinámica social, comercial y política;  
donde la conducción ejercida por sus respectivas elites, fomentó la aparición de varios  
microespacios de poder que, ante la crisis del sistema tradicional, apostaron por su  
autopreservación, más allá de si se identificaban con la República o la Monarquía.  
En consecuencia, la tardía incorporación de Maracaibo a la causa independentista  
tuvo las mismas motivaciones que llevaron a las ciudades de Mérida y Trujillo a fragmentar  
la provincia marabina para salvaguardar sus intereses mediante un pacto federativo con  
Caracas; motivaciones similares a las de Barcelona al decidir separarse de Cumaná y  
constituirse en provincia autónoma; o las mismas que encaminaron a la elite caraqueña a  
abrazar la audaz y temeraria determinación de liderar la conformación de una república  
independiente.  
Maracaibo mantenía una actividad comercial significativa a través de la  
circulación de productos que entraban y salían por su puerto. Esta dinámica le  
aportaba ingresos que podían perderse en caso de no mantenerse la  
subordinación política a la Corona, pues las represalias de ésta en contra de las  
provincias insurrectas incluían el bloqueo de sus vías de acceso y con ellas las  
rutas comerciales (Parra y Cabeza, 2002: 90).  
La preservación del orden colonial acarreaba a Maracaibo ventajas económicas y  
políticas, estas últimas vendrían tras mantenerse alineada con la Regencia, que a la par de  
reconocerle con el título de Muy Noble y Leal (Decreto del 21 de marzo de 1813), le concedió  
erigirse en Capitanía General y el traslado temporal desde Mérida de las principales  
prerrogativas de la otrora capital provincial: Silla Episcopal, Catedral, Colegio Seminario y  
Convento de Monjas. Estas medidas fueron gestionadas por el representante de Maracaibo  
ante las Cortes de Cádiz, el diputado José Domingo Rus, quien acomete una intensa  
reivindicación de su provincia, lo que pudo “ser parte de un proyecto autonomista e ilustrado  
que, con visos liberales, fue concebido y adelantado por los grupos de poder en Maracaibo  
para preservar sus privilegios ante la amenaza del movimiento emancipador iniciado por  
Caracas” (Maldonado, 2005: 59).  
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El inicio de hostilidades entre provincias -unas a favor y otras en contra de la iniciativa  
independentista de Caracas-, implicó para las partes asegurarse los recursos logísticos,  
económicos y armamento suficiente en caso de requerir atacar o defenderse. Entre agosto  
y diciembre de 1810, Maracaibo recibió de la Capitanía General de Cuba la dotación de 200  
fusiles, 6 cañones, pertrechos, municiones y un préstamo de 30 mil pesos, que fueron  
empleados por el Capitán General y gobernador de Maracaibo, Fernando Miyares, para  
enfrentar lo que él calificó como “el desgraciado nuevo sistema que llaman venezolano”  
(
Parra y Cabeza, 2002: 87).  
A pesar del interés de las autoridades monárquicas por mantener el control de  
Maracaibo, y del respaldo que recibiera de la elite local, el curso de la guerra fue mellando  
la fidelidad de ésta hacia la Corona española. Entre 1817 y 1819 las fuerzas insurgentes de  
Simón Bolívar desplazaron a los realistas del control de regiones que, por sus características  
geográficas, resultaban estratégicas para una posterior ocupación de Maracaibo.  
En 1817, el éxito de la segunda campaña de Guayana por parte de los  
independentistas, le permitió a éstos controlar la provincia homónima, rica en recursos  
naturales y logísticos (principalmente ganadería, esencial para la manutención de las  
tropas), con facilidades de comunicación al resto de las provincias por medio del río Orinoco.  
Fue en Angostura donde Simón Bolívar propuso formalmente la conformación de Colombia,  
ideada inicialmente en la Carta de Jamaica como la unión de Nueva Granada y Venezuela,  
con Maracaibo como posible capital.  
Posteriormente, en 1819, la batalla de Boyacá signó la independencia de la Nueva  
Granada, territorio contiguo a Maracaibo y con el cual esta ciudad mantenía vínculos  
comerciales, particularmente con su región Nororiental. Una vez rodeados tras la anexión  
de Guayana y Nueva Granada al bando republicano, la situación hizo entrever a la dirigencia  
maracaibera que había llegado la hora de replantear su respaldo a la metrópoli y procurar  
un acercamiento con los patriotas, quienes progresivamente se acercaban a sus linderos:  
era ineludible procurarse una salida, preferiblemente incruenta, y que afectara lo menos  
posible la estabilidad de Maracaibo.  
Los acuerdos en el marco del Tratado de Armisticio y Regularización de la Guerra, el  
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5 y 26 de noviembre de 1820 en Santa Ana de Trujillo, establecieron una tregua de  
hostilidades entre realistas y republicanos, lo que “propició la inclinación de la balanza  
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política en Maracaibo a favor de la causa emancipadora; con el implícito reconocimiento de  
la independencia de Colombia no tenía sentido la resistencia” (Cardozo, 1998: 7). Al poco  
tiempo del armisticio, el gobernador de la provincia de Maracaibo, Francisco Delgado,  
mantuvo correspondencia con sus parientes y agentes republicanos José María y Juan  
Evangelista Delgado; también recibió cartas del general Rafael Urdaneta, quien le  
persuadía de la necesidad en que estaba Maracaibo de proceder a su emancipación  
política, ofreciéndole al efecto su apoyo” (Ochoa, 1889: 122).  
De acuerdo con Francisco Ochoa (1889) las fuerzas realistas fueron engañadas  
mediante la suplantación de una comunicación oficial del general español Miguel de la Torre,  
en la cual se ordenaba el traslado inmediato hacia Coro de la tropa acantonada en  
Maracaibo. Al sur, en Gibraltar, el coronel republicano José Rafael de las Heras, aguardaba  
la movilización de los realistas, que tuvo lugar el 27 de enero de 1821, para dirigir en forma  
simultánea sus tropas a Maracaibo, contraviniendo los términos del armisticio de Trujillo,  
pues en efecto, entró a territorio español para apoyar la insurrección del cabildo  
maracaibero. La estratagema logró la consumación del golpe, evitando momentáneamente  
el derramamiento de sangre, que sobrevendría posteriormente con la ocupación de  
Maracaibo por las fuerzas realistas encabezadas por Francisco Tomás Morales, y la derrota  
definitiva de estas en la Batalla Naval del Lago en 1823.  
El 28 de enero de 1821, el Ayuntamiento, reunido en cabildo abierto, declara a  
Maracaibo libre e independiente del gobierno español, y basándose en principios modernos  
(
libertad, democracia, pacto social), proclama que se constituye en República Democrática,  
y como tal se une a los pueblos que conforman la República de Colombia. A raíz de este  
pronunciamiento, del éxito definitivo de la insurrección y de su integración a Colombia,  
Maracaibo se erigió en 1824 en capital del Departamento Zulia, con lo cual recuperó todo el  
territorio de su provincia, logrando incluso jurisdicción sobre Coro.  
Han transcurrido 200 años de aquellos hechos insurreccionales de 1821, donde  
confluyeron el interés regional y los ideales del proyecto geopolítico grancolombiano.  
Paradójicamente, hoy no queda rastro alguno de la autonomía revindicada en aquel tiempo;  
sólo perduran el “poder opresivo” y la “degradación política”, denunciados en su momento  
por el cabildo marabino. El Zulia, al igual que el conjunto de estados de Venezuela, han sido  
desmantelados por un centralismo autoritario, impuesto en las últimas décadas en contravía  
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de la tradición federal (jurídica y nominal) que ha caracterizado al Estado venezolano. Sin  
un sistema federal palpable y de índole democrático, no será posible el desarrollo pleno de  
Venezuela, porque tal propósito pasa ineludiblemente por el progreso de los estados; y  
éstos, sin autonomía y dependiendo totalmente de Caracas, están condenados a la pobreza.  
Referencias  
Briceño-Iragorry, Mario (1982). Tapices de historia patria. Quinta Edición. Caracas:  
Impresos Urbina.  
Cardozo Galué, Germán (1998). Historia zuliana. Economía, política y vida intelectual en el  
siglo XIX. Maracaibo: Editorial de la Universidad del Zulia.  
Lombardi Boscán, Ángel Rafael (2006). Banderas del Rey. Maracaibo: Universidad Católica  
Cecilio Acosta Universidad del Zulia, 348 p.  
Maldonado Viloria, Zulimar (2005). Las ciudades disidentes durante la independencia de  
Venezuela: el caso de Maracaibo. Revista de Ciencias Sociales, 11 (1), 48-68.  
Molero de Cabeza, Lourdes; Parra, Reyber; Medina, Jesús (2010). Procesos discursivos de  
la independencia venezolana: del 19 de abril de 1810 al 5 de julio de 1811, Revista de la  
Universidad del Zulia, 1 (1), 148-177.  
Ochoa, Francisco (1889). Ateneo del Zulia. Conferencia a cargo del señor doctor Francisco  
Ochoa. [¿Tuvo Maracaibo, en el terreno del derecho público, la facultad inmanente de unirse  
a Colombia, no obstante el armisticio de 1820?]. Maracaibo: Tipografía Bolívar-Alvarado.  
En: Parra, Reyber; Ortega Rutilio -compiladores- (2008). Obras selectas del Dr. Francisco  
Ochoa, primer rector de la Universidad del Zulia. Tomo III. Maracaibo: Ediciones del Vice-  
Rectorado Académico de la Universidad del Zulia, pp. 113-130.  
Parra Pérez, Caracciolo (2011). Historia de la Primera República de Venezuela. Caracas:  
Fundación Biblioteca Ayacucho, Núm. 183. Colección Clásica.  
Parra, Reyber; Cabeza, Temístocles (2002). Actividades emprendidas por Fernando  
Miyares y el Marqués de Someruelos para defender militarmente la provincia de Maracaibo  
durante el conflicto emancipador (1810-1811), Revista UNICA (Revista de la Universidad  
Católica Cecilio Acosta), 3 (5), 79-91.  
Parra, Reyber; Ortega Rutilio -compiladores- (2008). Obras selectas del Dr. Francisco  
Ochoa, primer rector de la Universidad del Zulia. Tomo III. Maracaibo: Ediciones del Vice-  
Rectorado Académico de la Universidad del Zulia.  
Vázquez de F., Belín (1991). La realidad marabina: contradicciones y acuerdos presentes  
en años de definiciones políticas: 1810-1830. En: Tierra Firme, Número 34, pp. 162-169.  
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